San Martín: historia de una lucha

2023-06-28

Arkaitz es aita y miembro de la AMPA del CEIP Juan Bautista Zabala de Getxo y en muy pocas palabras nos ha transmitido su experiencia para conseguir un aterpe en su escuela.

 

San Martin es el aulario de infantil de la escuela Juan Bautista Zabala de Algorta (Getxo). Se trata de un edificio precioso de hace más de un siglo, donde nuestras niñas y niños comienzan su educación en la escuela pública a la edad de 2 años. Como les pasará a muchas familias con txikis de esa edad, los primeros pasos que dan los seguimos muy cerca, con el deseo que tengan una experiencia rica, cuidada, feliz y respetada.

 

Esas emociones y ese vínculo que sentimos cuando nuestras criaturas empiezan la etapa escolar es compartida por muchas familias, y no es de extrañar que surjan lazos entre ellas. Así fue en nuestro caso, familias diversas de la escuela pública, de orígenes, contextos y biografías diferentes, unidas en torno a una escuela, a un proyecto, y sobre todo, a unos niños y niñas que compartían aula y vida.

 

Pero tras los primeros meses de otoño, llegaron las lluvias y el mal tiempo. Y eso nos puso en una desagradable situación. El edificio solo dispone de una entrada lateral, que no tiene ningún techo que cubra al alumnado y a las familias. Un día tras otro, niñas y niños de 2 y 3 años esperaban la apertura de puertas bajo la lluvia para entrar a la escuela, ante nuestra impotencia y nuestra perplejidad (¡¡y calados hasta los huesos también claro!!). La primera reacción fue preguntar al claustro y la dirección del centro cómo era posible que no existiera un “aterpe” para proteger la entrada de las y los pequeños. La respuesta fue que ni el Gobierno Vasco ni el Ayuntamiento de Getxo se hacían cargo de esa obra. Uno aludía que era un edificio protegido, el otro que no le correspondía porque «¡no era su competencia!”.

 

A partir de ese momento las familias nos prendimos en una lucha por lograr resolver esa situación. Primero en los parques, después comenzaron las asambleas y finalmente creamos un grupo motor que empezó a reunirse periódicamente para analizar el problema y las posibles soluciones.

 

Ahí estábamos cuando descubrimos algo que lo cambió todo: la AMPA. Hasta entonces desconocíamos sus dinámicas y el trabajo que realizaban por y para los niños y las niñas. Tras esto, un periódico para todo Bizkaia nos publicó un artículo dando voz a nuestra lucha y dejando clara la nula implicación institucional.

 

Al empezar a hacer ruido y tratar de averiguar por qué no se había hecho nada respecto al aterpe fue cuando supimos que esta era una pelea de años atrás. Generaciones de niñas y niños llevaban mojándose en la entrada de San Martín, con el enfado de muchos aitas y amas, sin que los intentos por reclamar al Ayuntamiento y Gobierno Vasco hubieran servido para solucionarlo. Así fue como el grupo motor de familias de Haur Hezkuntza de 2 años empezó a nutrirse de otras familias de criaturas más mayores que también estaban sensibilizadas con esta necesidad, con el apoyo y empuje de la AMPA.

 

Y empezamos a trabajar en ello, reuniones con la dirección del centro, correos a diferentes grupos políticos del Ayuntamiento de Getxo, a su alcaldesa que nunca nos contestó, reuniones con la concejala de Educación municipal, con la Federación de las AMPA de Bizkaia (BIGE), con Gobierno vasco… incluso una delegación de la Comisión de Educación del Parlamento Vasco de los diferentes partidos visitó la escuela.

 

La AMPA se apropió del proceso y le dio legitimidad colectiva y fuerza a las demandas que llevábamos, y un buen día y sin previo aviso, mientras las familias íbamos llegando a la entrada del colegio, operarios tomaban medidas y comenzaban a colocar el aterpe de San Martín. Ese que nos habían dicho y repetido que no era posible colocar, que era una gran inversión, que arquitectónicamente no era seguro o atentaba contra la normativa municipal.

 

Nos dieron la espalda durante muchos años, pero al final, unidas, luchando con la única fuerza que da el tener razón y pelear por algo justo, conseguimos lo que necesitábamos.

 

Y ¿ahora qué? Pues seguir luchando, porque hay muchas carencias y necesidades en esta y en tantas otras escuelas públicas. No nos queda sino organizarnos, fortalecer nuestras AMPA, exigir a las instituciones públicas que cumplan con sus responsabilidades hacia la ciudadanía más pequeña y pelear por mejorar siempre.